La verdadera
belleza de Otavalo reside en su gente, los indígenas Otavaleños. El Mercado de
Artesanías que hace famosa a esta ciudad es, sin dudas, uno de los más
espectaculares de toda Sudamérica. Dos cosas fundamentales vuelven tan
atractivo a este Mercado: su excepcional oferta y su relevancia cultural. Lo
que lo vuelve fascinante es el modo en que el visitante puede vivir la cultura
ecuatoriana y las tradiciones de la Sierra en un mercado donde las generaciones
actuales interactúan del mismo modo que lo hacían en la época histórica en que
fue creado.
El mejor día de la
semana para visitar este rincón de los Andes es el sábado. Este día el mercado
se expande por las calles de la ciudad desde su sitio original de la Plaza de
los Ponchos. También es posible visitar el Mercado de Animales.
El mercado
artesanal
Este Mercado está
ubicado en la conocida “Plaza de los Ponchos”. Un alucinante laberinto de telas
y ropas de vivos colores se desparrama desde ahí por un gran número de calles
aledañas a la Plaza todos los sábados. El resto de la semana, se restringe a la
Plaza y a los locales comerciales de los alrededores. Casi de todo es posible
encontrar mientras se deambula por las calles atestadas de ofertas, desde
abrigos, pasando por charangos de armadillo, pinturas, bisuterías, artesanías,
tapices para las paredes y hasta huevos fritos de cerámica. Un consejo
gratuito: no se restrinja exclusivamente a la Plaza, camine y regatee por las
calles más alejadas y puede que consiga por ahí mejores precios. Obviamente,
mientras más compre, mejores precios recibirá. No tema alejarse de las calles
principales pues toda la ciudad de Otavalo es un gran mercado donde podrá
encontrar de todo lo imaginado y lo aun por imaginar.
Los
indígenas otavaleños
Los Otavaleños han
llegado a ser, posiblemente, la población indígena más próspera y más famosa de
toda América Latina. En los últimos años se han diseminado por todo el mundo en
una exitosa campaña por llevar la cultura andina al mundo. Puede ser que en
parte por su éxito económico, los Otavaleños se las han arreglado para
preservar cientos de años de tradiciones e identidad cultural. Son orgullosos y
lo demuestran. Aun son fáciles de identificar por su vestuario tradicional: las
mujeres con sus blusas blancas bordadas y sus collares de cuentas o mullos
dorados, mientras que los hombres llevan el cabello largo tejido en una trenza,
pantalones blancos por los tobillos, ponchos y sandalias.
La historia ha
demostrado que los Otavaleños tienen un especial talento para todo lo
relacionado con la producción textil y los negocios, (también para la artesanía
y la música), desde épocas remotas, anteriores incluso a la Conquista Inca.
Bajo la égida inca, en el siglo XV, Otavalo se convirtió en un importante
centro administrativo al introducir en el área nuevos cultivos y animales. Unos
años después de la Conquista española, la tierra ecuatoriana fue parcelada y
entregada a dueños españoles. En Otavalo, Rodrigo de Salazar estableció una
enorme fábrica de textiles (obraje) en su propiedad. A mediados de los años
1500, empleó a cientos de trabajadores y produjo una amplia gama de textiles
que tuvieron gran uso en la Sudamérica colonial. Los españoles introdujeron
nuevos utensilios y fibras a esta industria del tejido y a principios del siglo
XVII el taller de Salazar se había ya convertido en el más importante del país.
El actual auge textil en Otavalo despegó a inicio de la década de 1960 cuando los Otavaleños que trabajaban en la Hacienda Zuleta comenzaron a usar técnicas de tejido introducidas desde Escocia. De este modo fue cuando surgió el material llamado Casimir Otavaleño, que tiene un bajo precio y una alta calidad y que pronto encontró clientes importantes en diversas ciudades ecuatorianas. Los tejedores diversificaron con el tiempo sus producciones y muy pronto se establecieron por todos los rincones del país. Actualmente con más del 80% de los Otavaleños relacionados de un modo u otro con la industria textil, los productos de Otavalo se encuentran en todos los mercados del mundo, desde aquellos en países vecinos como Venezuela y Colombia hasta los Estados Unidos, Europa e incluso Asia.
El actual auge textil en Otavalo despegó a inicio de la década de 1960 cuando los Otavaleños que trabajaban en la Hacienda Zuleta comenzaron a usar técnicas de tejido introducidas desde Escocia. De este modo fue cuando surgió el material llamado Casimir Otavaleño, que tiene un bajo precio y una alta calidad y que pronto encontró clientes importantes en diversas ciudades ecuatorianas. Los tejedores diversificaron con el tiempo sus producciones y muy pronto se establecieron por todos los rincones del país. Actualmente con más del 80% de los Otavaleños relacionados de un modo u otro con la industria textil, los productos de Otavalo se encuentran en todos los mercados del mundo, desde aquellos en países vecinos como Venezuela y Colombia hasta los Estados Unidos, Europa e incluso Asia.
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