En pleno océano Índico, esta isla es un sueño para los amantes del turismo de aventura y naturaleza. Su gran baza es la red de senderos que cruzan su geografía siempre verde.
Pese a estar rodeada de las cálidas aguas del Índico y de poseer algunas playas paradisíacas, el principal aliciente para venir a Reunión es la amplia gama de deportes de aventura que se pueden realizar en su exuberante naturaleza, especialmente en las áreas montañosas del interior que gozan de la protección propia de los parques nacionales de Francia y de los paisajes listados por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad en 2010.
Bajo este estatus especial se encuentra el 40 por ciento de la isla, incluidas dos cumbres, tres circos y 300 especies vegetales endémicas. Otro de los grandes atractivos de Reunión son las cascadas y piscinas naturales dignas del paraíso terrenal que se encuentran a lo largo y ancho del territorio.
Una de las cascadas más accesibles es la del bassin Cormoran, a las afueras de St. Gilles Les Bains. El agua de este estanque está destinada al consumo humano, así que el baño está prohibido, pero el frondoso sendero que llega hasta aquí es muy agradable. Es muy normal encontrarse a reunionenses haciendo picnic junto al salto de agua.
La reserva marina
Las playas de St. Gilles Les Bains son de las pocas en las que está permitido bañarse, ya que cuenta con la protección de una barrera de coral que impide el paso de los tiburones del Índico, que ya se han cobrado más de una víctima entre los surfistas. La franja de costa que va desde aquí a L’Étang Salé Les Bains forma parte de la Reserva Natural Marina de la Reunión, creada para proteger el valioso y frágil ecosistema coralino que rodea parte de la isla.
Hacer uso de la red de senderos señalizados es la mejor manera de descubrir sus secretos. Las opciones son infinitas, desde caminatas de unas pocas horas a trekkings de varios días, haciendo noche en refugios de montaña. De todas las rutas, la más demandada es el ascenso al Piton de la Fournaise, el volcán más temido del Índico.
La sola aproximación a la montaña es ya un viaje a otro mundo. Según se gana altura se alcanzan unos páramos de belleza sublime con la cumbre picuda del Piton des Neiges, la cima de Reunión con sus 3.071 metros, al fondo. Llegar hasta el filo del cráter más activo no es fácil. Debe estar en forma como para aguantar continuos repechos sobre un suelo de lava duro e irregular y sin una sola sombra.
Cilaos, Salazie y Mafate
El otro punto de interés para los amantes de la naturaleza es el conjunto que forman los tres circos de origen volcánico en el corazón de la isla: Cilaos, Salazie y Mafate. Explorar cada una de ellas precisa, al menos, de un día entero, ya que el acceso al interior se hace por carreteras retorcidas.
La caldera de Cilaos, la más visitada, no fue habitada de manera permanente hasta mitad del siglo XIX. Hasta entonces, este circo inaccesible fue el refugio de esclavos a la fuga liderados por un tal Tsilaos. También Cilaos es un agradable pueblo criollo famoso por su establecimiento termal, sus jardines, su mercado de productos locales, pero sobre todo por ser la cabecera de al menos diecisiete rutas de senderismo adaptadas a todos los gustos y niveles.
Mención aparte merece el circo de Mafate, probablemente el único lugar habitado de la Unión Europea que no cuenta con accesos por carretera, imposibles de ejecutar por lo accidentado del terreno. Sus habitantes salen al mundo civilizado caminando o bien haciendo uso de un carísimo servicio de helicóptero que solo se usa para emergencias y para el abastecimiento mensual.
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