“El salón más elegante de Europa”... así la definió Napoleón Bonaparte. La Plaza de San Marcos impresiona por su monumentalidad, por su entrono, por su romanticismo, por su Historia..., en ella se ha concentrado toda la vida artística y política que comenzara, años ha, la República Veneciana. Y en medio de la Plaza, la Basílica de San Marcos y el Palacio Ducal, los mayores orgullos de la ciudad. En sus alrededores, los mejores hoteles, los mejores restaurantes, iglesias imponentes, el mundialmente famoso teatro de La Fenice.
La única plaza de Venecia, tiene un suelo característico
de Istria. A un lado de la plaza, dominándola se encuentra la Basílica de San
Marcos y el Campanille. A derecha e izquierda se levantan las Procadurías Nueva
y Vieja, sede de magistrados y que se caracterizan por sus largas arcadas.
En el centro de la Procaduría Vieja podemos admirar la
Torre de los Dos Moros en el que se encuentra un gran reloj astronómico donde
se pueden observar las horas, los días y el curso de los planetas y las
estrellas.
Finalmente en el cuarto lado se encuentra el Museo Correr,
en el que se puede admirar entre otros La Pietá de Giovanni Bellini. Este ala
(el ala napoleónica), cerró la plaza en su momento y fue mandada construir por
Napoleón.
Haciendo una especie de L con la Piazza, está la
Piazzetta, donde podremos admirar el impresionante Palacio Ducal y las Columnas
de San marcos y San Teodoro, que marcaban la entrada a Venecia cuando era la
República la que dominaba todas las vías marítimas comerciales. Y si bien, son
la Basílica, el Palacio y el Campanile los elementos más visitados y reseñables
de esta plaza, hay que hacer mención a otros sitios que no hay que dejar de
ver:
La Torre
dell’Orologio.
De estilo renacentista, la torre es la conocida como de
“los dos moros” y da acceso al barrio de la Mercería. El reloj, en colores
azules y dorados muestra, no sólo las horas, sino también las fases lunares y
el zodiaco. Durante la Epifanía y la Ascensión las figuras del reloj se asoman
para adorar a la Madonna del reloj. Arriba del todo, puntualmente, en cada
hora, dos figuras de bronces conocidas como “los moros” tocan al campana.
Las Columnas de San
Marcos y San Teodoro.
Fueron dos de los tesoros que se trajeron los venecianos
de sus viajes a Constantinopla. Lo más famoso entre el populacho es que entre
estas columnas, hasta mediados del siglo XVIII, se instalaba un patíbulo donde
se ajusticiaban a los culpables. Por eso, aún se considera como de mala suerte
pasear entre ellas. San Teodoro fue el patrón de Venecia hasta que en el año
828 se trajeron los restos de San Marcos. En cuanto al león de la otra columna,
se cree que es una quimera china a la que se le añadieron las alas para que
pareciera un león veneciano.
El Campanille.
Es curisoso que la gran mayoría de los turistas suben al
Campanille en busca de unas buenas vistas y unas buenas fotografías.
Personalmente, creo que es más provechoso subir a la cúpula de la Basílica de
San Marcos que hacerlo al Campanille. El precio es demasiado alto para las
vistas que tiene, tan parecidas a las de la basílica. Para subir hasta el
mirador se accede con un ascensor que se instaló en el año 1962.
Una vez arriba, nos encontramos con la zona en que las
cinco campanas repican a cada hora: la marangona, que marcaba el principio y el
final de la jornada laboral; la maléfico, que tocaba en las ejecuciones; la
nona, que suena a mediodía; la mezza terza, que llamaba al Palacio Ducal a los
senadores y la trottiera para llamar al Gran Consejo.
La torre, que databa del año 1773, y que inicialmente se
construyó como faro para los navegantes, sirvió también como cárcel. El 14 de
Julio de 1902, sorprendentemente, il Campanille se derrumbó de repente..., un
lema se hizo famosa y aún perdura en el ánimo de los venecianos cuando
pretender reconstruir algo: dov’era e com’era (donde estaba y como era)..., la
nueva torre, una réplica exacta de la anterior, se inauguró el 25 de abril de
1912.
El Palacio Ducal.
Si bien en sus inicios fue un castillo del siglo IX, el
palacio actual adquirió sus formas en los siglos XIV y XV. El palacio está
realizado en mármol rosa de Verona sobre arcadas de piedras de Istria. Son
dignos de ver en el Palacio: la Porta
Della Carta, que fue entrada principal del Palacio, junto a la Basílica; la Escalinata de los Gigantes, de gran
belleza ornamental; el balcón de la
fachada que da a la piazzetta, y que se añadió en el año 1536, y, por
supuesto, entre las obras que se muestran en lo que hoy día es un museo, ya en
el interior del Palacio Ducal, “el
Paraíso” de Tintoretto, la escultura “la embriaguez de Noé” o “la Coronación de
Baco y Ariadna por Venus” del propio Tintoretto.
Justo a la espalda del Palacio Ducal y la Piazzetta de San
marcos se encuentra el famoso “Puente de los Suspiros” por el que pasaban los
acusados que se dirigían a ser interrogados. El mejor lugar para ver el puente
es desde el puente que está justo enfrente, II Ponte Della Paglia, junto a la
arcada principal del Palacio Ducal.
La Basílica de San
Marcos.
Refleja todo el poder que un día tuvo la República
Veneciana. Es la joya de la ciudad. Su emblema. Su identidad. Toda la Basílica
es digna de admiración, pero si con algo hay que quedarse, indudablemente,
jamás dejaríamos de ver los mosaicos de la fachada, entre los que destaca el de
la representación de cómo se sacó el cuerpo de San Marcos de Alejandría
escondido bajo carne de cerdo.
Tampoco hay que dejar de ver los Caballos de San Marcos,
aún cuando los que presiden la plaza sean réplicas (los originales se guardan
en el museo que hay en la Basílica). Los tetrarcas, en el lateral que da a la
Piazzetta y que parecen representar a Diocleciano, Maximiliano, Valerio y
Constancio, nombrados por el imperio romano para gobernar Venecia. Y, por supuesto,
los relieves que hay sobre el pórtico de entrada a la Basílica.
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