El funicular que sube desde el Parque Metropolitano de Santiago de Chile al cerro de San Cristóbal se tambalea mientras ante los ojos del pasajero se despliega una ciudad sin límites: Santiago con sus rascacielos y torres de oficinas, grandes avenidas transitadas 24 horas en un centro que no duerme y barrios residenciales de casitas bajas que van dando paso a calles de colores con tiendas de comestibles. La esencia de América Latina se mezcla aquí con las modas de Occidente, una fusión caótica que, a pesar de la contaminación, se vislumbra colorida y espera al viajero para descubrir sus encantos, siempre bajo la atenta mirada de las nevadas cumbres de los Andes.
La capital de Chile no es una ciudad que se pueda describir por un conjunto de monumentos característicos, más bien se trata de un lugar para descubrir paseando y contagiándose del ambiente que se respira en sus calles. Como en la mayoría de capitales del continente, la llegada de los colonos intentó borrar sin éxito las huellas del pasado y, como resultado, la central Plaza de Armas y las iglesias de la época conviven con los vestigios del Chile precolombino.
En este sentido, resulta muy interesante la visita al Museo Chileno de Arte Precolombino, que tiene su sede en el antiguo Palacio de la Real Aduana. La muestra contiene piezas en cerámica, fibras textiles, madera y piedra, y se remonta a los orígenes del arte textil y cerámico en América hasta la llegada de los europeos. Otras colecciones interesantes se encuentran en el Museo Nacional de Bellas Artes y en el Museo de Arte Contemporáneo, situados en el Parque Forestal.
La capital de Chile no es una ciudad que se pueda describir por un conjunto de monumentos característicos, más bien se trata de un lugar para descubrir paseando y contagiándose del ambiente que se respira en sus calles. Como en la mayoría de capitales del continente, la llegada de los colonos intentó borrar sin éxito las huellas del pasado y, como resultado, la central Plaza de Armas y las iglesias de la época conviven con los vestigios del Chile precolombino.
En este sentido, resulta muy interesante la visita al Museo Chileno de Arte Precolombino, que tiene su sede en el antiguo Palacio de la Real Aduana. La muestra contiene piezas en cerámica, fibras textiles, madera y piedra, y se remonta a los orígenes del arte textil y cerámico en América hasta la llegada de los europeos. Otras colecciones interesantes se encuentran en el Museo Nacional de Bellas Artes y en el Museo de Arte Contemporáneo, situados en el Parque Forestal.
Por las calles de Santiago se respira la historia, y es
que apenas han pasado 40 años desde el golpe de estado que terminó con el gobierno
de Salvador Allende, que murió
entre los muros del Palacio de la
Moneda, al que se puede acceder tras dar un paseo por la emblemática Avenida
del Libertador Bernardo O`Higgings, más conocida como la Alameda. El Parque por la Paz Villa
Grimaldi, centro de detención durante la dictadura de Pinochet, es hoy un
espacio en el que se rinde homenaje a los caídos durante aquellos años.
Santiago es
también un importante núcleo artístico y cultural. Basta acercarse al bohemio barrio de Bellavista y asomarse a sus teatros y galerías
para entender porqué este es el lugar elegido por intelectuales y artistas.
Aquí se encuentra “La Chascona”, una de las casas de Pablo Neruda, en la que se ofrecen
visitas guiadas para acercarse a la figura del famoso poeta chileno. La vida
nocturna en Bellavista es también muy intensa, y aunque son innumerables los
locales donde disfrutar de unachela –
denominación chilena de la cerveza -, recomendamos “La casa en el aire”. Se
trata de uno de esos rincones entrañables de Santiago en los que uno puede
escuchar música en directo y retroceder a los tiempos de la canción protesta
escuchando versiones de Violeta Parra y Víctor Jara. Y, para comer, qué mejor
que acercarse al Mercado de la
Vega. Allí se pueden probar todas las especialidades de la gastronomía chilena
a precios muy asequibles y comprar fruta y verdura de calidad.
La inmensa mole de los
Andes parece vigilar en todo
momento a los habitantes de Santiago. De hecho, la Cordillera está tan presente
en la vida de la ciudad que las salidas de metro no se indican como “pares” e
“impares”, sino como “oriente” y “poniente”, en función de su orientación con
respecto a los Andes. Cuidado al preguntar una dirección: la Cordillera siempre
será la referencia, a pesar de que la mayoría de los días esté oculta por la contaminación de la urbe.
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