La península de Kamchatka es
diferente. Las mejores imágenes de
Kamchatka podrían sorprender a cualquier extranjero que está
de turismo en Rusia.
Kamchatka no forma parte del mapa de Rusia; es su colonia. Tan solo han pasado
300 años desde que se construyó aquí el primer presidio y el territorio sigue
indómito.
Casi tan extensa como
Francia, cuenta con solo 3 ciudades: Yelizovo, con el principal aeropuerto de la península; Viliuchinsk, base de submarinos
atómicos y Petropávlovck-Kamchatsky, la
capital de la península Kamchatka y
lo único que los habitantes consideran una verdadera ciudad.
El clima severo, el
oso, terremotos, volcanes… esta tierra ha sido literalmente conquistada a la
naturaleza rusa. La misma Petropávloks-Kamchatsky recuerda
a un campo de concentración: de un lado la gélida bahía de Avacha; del otro,
los impenetrables montes de abedules enanos, qué nada tienen que ver con los
idílicos árboles que cubren gran parte de Rusia.
La semilla de Petropávlovsk la sembró el
explorador de la armada rusa Vitus
Bering, que dio su nombre al estrecho de Bering y el de sus barcos “Pedro” y “Pablo” al campamento que fundó
en la bahía en 1740. Y es que hasta mediados del siglo XVII los indígenas de
Kamchatka (koryaks, chukchis, evens,
alutors y kereks) no habían visto al hombre blanco.
La gente aquí es
sencilla, bondadosa y profesa una cortesía olvidada. Viven como un barco
perdido en el espacio y en el tiempo. Sus pasajeros son desterrados de la
historia, de la URSS. Durante los años 60 y 70 aquí vinieron aventureros,
buscadores de fortuna, mochileros, disidentes de la “construcción del socialismo”,
bohemios de guitarra al hombro en busca de lugares que no aparecen en los
mapas… la mayoría vinieron para una temporada, pero después del estallido de
los 90, La gente se quedó, a pesar de que el aislamiento durante esta década
fue más real que nunca. Esto permitió un renacimiento cultural meramente
autóctono centrado en la canción de autor, la fotografía y la etnografía. Fruto
de esta situación surge la pureza de la lengua rusa que aquí se habla, carece
de los acentos de otras repúblicas y de los vicios impuestos por las modas.
Andan escasos de
sol en Kamchatka, pero
sobra de todo lo demás: el inmenso océano pacífico, montañas y volcanes,
fiordos y taiga. De diciembre a mayo se puede practicar esquí alpino y el
verano se organizan excursiones, alpinismo y barranquismo. Hay aguas termales donde se toman baños todo el
año. La reserva natural de Kronotsky supone
un ecosistema único e irrepetible en Euroasia, conocido como tierra de Hielo y Fuego.
Pero pocos turistas rusos
pueden permitirse venir a Kamchatka. No hay tren ni carretera ni barcos de
pasajeros, por lo que el medio más común es el helicóptero. Un viaje a Kamchatka requiere una
planificación meticulosa, como en la guerra, y un buen resultado no puede
comparase sino con la victoria.
Los volcanes de Kamchatka son Patrimonio de la Humanidad desde
1996. Tres de ellos dominan el paisaje de Petropávlovsk-Kamchatsky, situados a tan
solo 35 km de la ciudad; no hay ningún artista local que no los haya dibujado
alguna vez. El Koryatsky, con 3456 metro es el más alto,
seguido del Avachinsky, que de alguna
manera lo abraza. Ambos presentan actividad, aunque la última erupción
significativa data de 1957.
Eso es una localidad conocida como la
Suiza de Kamchatka, sus fuentes termales la han convertido en destino turístico
y también principal productor de verduras, que se cultivan todo el año en
invernaderos al calor de las fuentes.
El Valle de los Géiseres contaba con una veintena de geiseres activos hasta el 3 de junio de 2007, cuando un cataclismo cambió su orografía. Kamchatka es una geología muy joven.
El Valle de los Géiseres contaba con una veintena de geiseres activos hasta el 3 de junio de 2007, cuando un cataclismo cambió su orografía. Kamchatka es una geología muy joven.
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