Con un nombre ideal para una región que
pudiera servir de refugio a los más despiadados piratas de los siete mares, la Costa de los Esqueletos se localiza al noroeste de Namibia, entre el río Kunene, en la frontera con
Angola, y el río Ugab. El nombre, pese a las apariencias, poco o nada tiene que
ver con fechorías piráticas, pues alude a la cantidad de navegantes europeos
que a lo largo de los siglos sufrieron terribles naufragios en sus agitadas
aguas. Los portugueses fueron los primeros en explorarlas y le endilgaron el
poco tranquilizador apodo de las «Puertas del Infierno». A este macabro pasado
le siguió una larga temporada de pesca indiscriminada de ballenas y lobos marinos
cuyos esqueletos resplandecían junto a los numerosos pecios que todavía yacen
desparramados en las playas de esta costa. Según las autoridades de Namibia, se
conservan restos que tienen cinco siglos de antigüedad, pero también otros más
recientes, como el carguero Eduard Bohlen, que encalló por culpa de la espesa
niebla. Para no deshonrar el nombre de esta costa, cada una de las dos puertas
que abren la entrada al Parque Nacional de la Costa de los Esqueletos está oportunamente decorada con
la calavera y las dos tibias típicas de los piratas.
Hoy la percepción sobre esta esquina de
África es completamente diferente, aunque
el paisaje desolado sigue formando parte del espíritu de estas regiones. Entre
los citados ríos Kunene y Ugab se extienden los 500 kilómetros de costa del
desértico Parque Nacional Costa de los Esqueletos, cuya
superficie completa asciende a unos 20.000 km². Los dos tercios del norte del
parque están catalogados como área salvaje y no puede ser visitada salvo con el
permiso de los titulares de concesiones turísticas de la región. El área
restante sí se puede explorar de forma independiente, aunque hay que mantener
las precauciones debido a la gran abundancia de animales salvajes.
En el Skeleton Coast National Park hay diversos lugares que tienen
un especial interés por su rareza. Los castillos
de arcilla de Hoarisib es
uno de los principales; se trata de serpenteantes formaciones arcillosas
talladas por la acción de los elementos. Los salitrales del monte Agate es otro de los puntos calientes
de este destino turístico, y uno de los paisajes más sorprendentes del Parque
Nacional Costa de los Esqueletos. Esto, sumado a los pecios que aún existen en
la costa, hace de este destino un lugar realmente peculiar.
Por otro lado, la vida salvaje se abre
camino por estos lares a pesar de la aridez y hostilidad del entorno. El elefante es una de las especies más
importantes del Skeleton Coast National Park: se han contabilizado varios
centenares de ellos en las regiones más septentrionales junto a los lechos de
los ríos. Además juegan un papel trascendental para la fauna local, ya que hacen
agujeros en la tierra para obtener agua que luego serán aprovechados por
algunos depredadores. Además de elefantes, el viajero que se adentre en este
parque nacional africano podrá encontrarse con rinocerontes negros, aunque es muy difícil verlos. Otra
de las especies que habitan el parque es el león costero,
que se adentró en él tras los antílopes y que acabó por adaptarse al nuevo
hábitat gracias a los agujeros realizados por los elefantes, a los restos de
ballenas y a los lobos marinos que abundan en esta parte de la costa de
Namibia. Las jirafas también forman parte de los áridos paisajes del Skeleton
Coast National Park.
En el cabo Cross existe
una populosa colonia de lobos marinos que cuenta con unos 100.000
ejemplares, la mayor de África y uno de los lugares más visitados de Namibia.
Además, se puede contemplar la réplica del padrão —una especie de monolito de
piedra rematado por una cruz, y con el escudo de Portugal— que plantó en esa
costa el navegante portugués Diogo Cão en 1486 para señalar que aquella región
había sido descubierta por marinos portugueses.
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