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viernes, 13 de mayo de 2016

EL TRASTEVERE. El barrio más bohemio de Roma


El barrio más auténtico de la capital romana concentra un buen número de monumentos, museos, una trama urbana ideal para el paseo sin prisas y la mejor oferta culinaria de la ciudad.



Hasta hace apenas unas décadas, este barrio romano era un lugar eminentemente popular. Hogar de gentes humildes al margen de las sucesivas reformas que convirtieron, a lo largo de los siglos, a Roma en una de las ciudades más grandiosas del mundo. Ya desde las épocas del imperio romano, más allá del río sólo había un par de casuchas y un descampado. La estrategia militar dejó una porción del terreno del otro lado del río intramuros para evitar problemas ante un posible asedio. Y, durante siglos, el Trastevere no fue más que un lugar que servía para evitar que un posible enemigo dominara por completo la orilla opuesta a la ciudad. En el siglo I empezaron a llegar los primeros pobladores. Pobres, en su mayoría. Y así se forjó una de las señas de identidad de este precioso barrio romano. Ese mismo carácter popular lo mantuvo alejado de las transformaciones urbanas del Renacimiento o el Barroco. El lugar conservó, pese a intervenciones como la apertura del Viale del Trastevere en el siglo XIX, su traza medieval siendo el único barrio romano que conserva su estructura urbanística original. Después llegaron los restaurantes de moda, los locales nocturnos, los alojamientos con encanto, los turistas...










La marca original del barrio es su tupida red de callejuelas. Un verdadero laberinto de vías, callejones y pasadizos empedrados que, hoy, atrae a los viajeros y viajeras que gustan de perderse en grandes paseos sin rumbo. Lugar donde el cielo se reduce a estrechas franjas que se ven allá, sobre los voladizos de los tejados. Apenas se da el espacio respiros. Quizás el más famoso es el de la Piazza Santa María in Trastevere, auténtico corazón del barrio y uno de los iconos del cristianismo romano. La fuente, aunque con algunos añadidos de Bernini (las cuatro conchas), es de las más antiguas de Roma y hay quien dice que es de las pocas construidas por los mismísimos romanos allá por el siglo I.
Aquí, asegura la tradición, surgió allá por el 30 antes de nuestra era, una curiosa fuente de aceite que, después de la aparición del Cristianismo, se interpretó como un augurio del nacimiento de Cristo. Por eso se construyó aquí la primera iglesia de Roma. En el 340. La Basílica del Trastevere es una de las más hermosas de la ciudad. Aunque sus muros más antiguos datan del siglo IV, la mayor parte del edificio se levantó en el siglo XIII en un románico con claras influencias bizantinas, algo que se pone de manifiesto en los espectaculares mosaicos. Las columnas que soportan la nave centras proceden de las cercanas Termas de Caracalla.



A dos pasos de la plaza se encuentra el Museo di Roma in Trastevere, una curiosa pinacoteca centrada en escenas y costumbres de la ciudad a lo largo de los siglos. A través de la Via Garibaldi se asciende hasta San Pietro in Montorio. Más allá del famoso templete circular, del artista renacentista Bramante, desde aquí pueden verse espectaculares vistas sobre el barrio y gran parte de la capital romana. Este templete circular fue un regalo de los Reyes Católicos a Roma para celebrar la toma de Granada. Al norte del barrio se encuentra el Palacio Corsini, una de las sedes del Museo de Arte Antiguo de la ciudad y el Palacio Farnesi, que entre otras obras de arte de primeras figuras del Renacimiento cuenta con impresionantes frescos de Rafael.
La esencia más auténtica del Trastevere se encuentra en las callejuelas que corren hacia el sur. La Porta Portesse es una de las dos entradas de las antiguas murallas de la ciudad. En torno a ella se localiza uno de los mercadillos más animados de Roma. Más de 4.000 puestos convierten a este lugar en el mercado al aire libre más grande de la capital italiana. Un lugar donde se puede comprar casi cualquier cosa. Para los amantes de los productos naturales queda la Piazza Cosimato, en la que se ha instalado un activo mercado de frutas y verduras. Muy cerca se encuentra el antiguo Hospicio de San Michele in Ripa, un espectacular edificio del siglo XVIII, y la Piazza de Santa Cecilia con la preciosa Basílica de Santa Cecilia. La iglesia fue construida sobre los restos de una antigua casa romana (que según la tradición perteneció a la santa martirizada) que se aún puede verse.



Un paseo por el Lungo Tevere y la Isola Tiberina
Al que se agobie por las estrecheces del laberinto siempre le queda la opción de darse un respiro haciendo alguno de los tramos del Lungo Tevere, una calle ancha a la ribera del río que se construyó en el siglo XIX para rodear la trama urbana trastiberina. Entre el Ponte Subilicio (junto a la Puerta Portesse) y Ponte Sisto (a dos pasos de la Villa Farnesina y la modesta Porta Settimana) el viajero puede acercarse y alejarse del río entre incursión e incursión. Aire fresco. Y visiones tan típicamente romanas como la Isola Tiberina. A través del Ponte Cestio se accede a esta pequeña isla que, antaño, fue lugar de encierro para los criminales más peligrosos. Hoy, es un lugar imprescindible de cualquier visita a la ‘Ciudad Eterna’. Sobre los antiguos cimientos del Templo de Esculapio, dios romano de la medicina, se levantó, en el siglo X, la Iglesia de San Bartolomeo, una de las múltiples joyas medievales de la ciudad. Otro de los atractivos de la Isla Tiberina, más allá de sus vistas sobre el río y el propio barrio del Trastevere, es su animado mercadillo.

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