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martes, 29 de marzo de 2016

STONE TOWN. La ciudad de piedra.


Cuando uno piensa en Zanzíbar, el archipiélago tanzano ubicado frente a las costas de Dar Es Salaam, capital financiera y comercial del país, imagina playas desiertas y paradisíacas de arena fina y blanca y aguas cristalinas. Si bien el pensamiento no está mal encaminado, lo cierto es que Zanzíbar guarda entre sus encantos una ciudad de peso importante en la historia de esta parte de África: Stone Town, o, podríamos decir, la capital de este conjunto de hermosas islas del Océano Índico, un inesperado barullo de callejuelas y edificios antiguos que sorprende por su agónica belleza y, además, por guardar entre sus muros más de un secreto interesante. 




A pesar, como ya se ha dicho, de que Zanzíbar, en Tanzania, es una isla conocida popularmente en la actualidad como destino turístico paradisíaco gracias a su espectacular costa, lo cierto es que este punto del Océano Índico se convirtió en un momento del pasado en importante centro comercial, siendo su capital, Stone Town, la primera parada del viaje de vendedores y comerciantes que con sus especias venían desde países árabes y de la India de camino de la costa este africana. Su llegada a la isla mezclada con las costumbres locales que ya tenía le aportaron el carácter que hoy conserva, siendo una pequeña ciudad típicamente árabe y, a la vez, uno de los puntos de referencia de la cultura suajili a nivel mundial. Además de las especias, Zanzíbar basó su economía, con Stone Town como puerto principal, en otras dos actividades no tan loables: el comercio del marfil a base de la caza de elefantes africanos y la trata de esclavos para ser vendidos y enviados a otros puntos al este del planeta. 





A pesar de los acontecimientos históricos, la ciudad de piedra guarda hoy un peculiar encanto en sus edificios de pintura desgastada, en sus puertas multiformes de madera y también en sus múltiples mercados locales, rebosantes de fruta colorida entremezclada con enormes piezas de pescado fresco. Para ser completamente sinceros, Stone Town (así como el resto de Tanzania) es uno de esos lugares en los que el viajero ha de adentrarse con la mente abierta, tratando de entender y de disfrutar de la realidad de la gente local del mismo modo en el que ellos lo hacen. Ésta es una ciudad sucia, de paredes desgastadas y vendedores, guías y demás personajes que acuden a la llegada del visitante en busca de dinero fácil. La recomendación es tener paciencia, mantener la calma y dejarse llevar, ya que cuando uno se pierde por sus callejones estrechos no resulta difícil encontrar bonitos rincones que hablan del paso del tiempo por sí mismos y antiguas fachadas que recuerdan a una especie de esplendor indio mezclado con la absoluta realidad africana. Y no somos nosotros los únicos que lo decimos: tal es este encanto de la ciudad que, en el año 2000, la UNESCO decidió incluir a Stone Town dentro de la lista de Patrimonio de la Humanidad.





Una visita a la isla de Zanzíbar, ya sea por aire o por mar, comienza con Stone Town como punto de partida, ya que la ciudad cuenta con el aeropuerto internacional y con el puerto que conecta con la vecina Dar Es Salaam. A pesar de ello, no todos los viajeros deciden hacer una parada para conocer este pequeño punto del mundo, atraídos por las maravillosas playas de las diferentes costas de la isla. Nuestro consejo es que, al menos, se dedique una mañana a conocer las callejuelas de la ciudad. 






Con sus leyendas, su encanto y sus callejuelas laberínticas y a pesar de los episodios oscuros en su historia, Stone Town, la ciudad de piedra, es un destino sorprendente e interesante, uno de esos lugares en los que perderse para descubrir rincones que la memoria guardará para siempre. La visita puede durar poco tiempo, si se elige uno de los tours que enseñan los principales puntos, o algo más si uno decide quedarse en alguno de los (bellos) hoteles que ocupan edificios antiguos ahora reformados. Se elija lo que se elija, Stone Town es la parada perfecta antes de sucumbir a la increíble belleza de la costa de Zanzíbar.







miércoles, 23 de marzo de 2016

LOS CANALES DE ÁMSTERDAM. Un laberinto de 75 kms de longitud.


El sistema de románticos canales que surca la ciudad de Ámsterdam, el "grachtengordel", constituye, sin duda, la primera imagen que viene a la mente cuando en ella pensamos, y constituye en sí mismo su principal atractivo. Son ciento sesenta los canales que surcan Ámsterdam, atravesados por 1281 puentes, entre los cuales 8 son levadizos. 
Como dato técnico, es interesante saber que cada tres días el agua de los canales es totalmente renovada, lo cual se realiza cerrando cada noche una decena de esclusas y bombeando miles y miles de metros cúbicos de agua desde la isla de Zeeburg.

Si bien la cantidad de canales es bastante importante, los canales principales son cuatro, dispuestos en forma semicircular concéntrica: Singelgracht, Herengracht, Keizersgracht y Prinsengracht, aunque hay otros canales secundarios más pequeños que son también muy atractivos:





  • El Singelgracht es el primero de la serie de canales que rodea al centro histórico de Ámsterdam y el más antiguo; en tiempos medievales constituía el foso de la muralla que rodeaba la ciudad originaria. A partir del siglo XVI, cuando las murallas fueron derribadas y la ciudad comenzó su expansión, pasó a ser el límite entre el Ámsterdam medieval y la nueva urbanización. Al principio era el canal que permitía el ingreso de mercancías a la ciudad; posteriormente se convirtió, como los demás, en zona residencial, y se rodeó de hermosas viviendas donde residían los comerciantes más ricos.
  • Rodeando al canal Singelgracht, la zona del Herengracht, o "canal de los señores", es la más lujosa de Ámsterda. El canal está bordeado de casas grandes, bellas y muy suntuosas y esto se debe a que para financiar la construcción de los canales hubo que atraer el interés de los más ricos, ofreciéndoles a cambio de la inversión parcelas más grandes que en otros sectores de la ciudad. El canal debe su nombre a los 17 Heren o 17 "señores", los gobernadores de las Indias Orientales.
  • Keizersgracht, el "canal del emperador", rodea al Herengracht y, al igual que éste, continúa más allá del río Amstel, tomando el nombre de Nuevo Keizersgracht. Llamado así en homenaje al rey Maximiliano I de Austria, el canal data de 1612 y tiene una longitud de 4 km.
  • El Prinsengracht es el más extenso y más modesto de los canales de Ámsterdam, y por este motivo es tal vez el más acogedor. Bordeado de antiguos talleres, almacenes, viejas iglesias y próximo al antiguo barrio obrero de Jordaan, el Prinsengracht goza de una atmósfera especial.



Fue bautizado "canal del príncipe" en honor a Guillermo de Nassau, príncipe de Orange. En el tramo que continúa al otro lado del río Amstel recibe el nombre de Nuevo Prinsengracht.
Típica de Ámsterdam es la arquitectura de las llamadas "casas de canal", construidas por pequeños y medianos comerciantes, caracterizadas por sus estrechas y relativamente altas fachadas. En su mayoría consistían de un depósito de mercancías instalado en el altillo y la vivienda propiamente dicha. Las mercancías eran transportadas por los canales y subidas a los altillos por medio de unos montacargas que todavía pueden observarse en algunas viviendas. Los característicos hastiales (rectos, escalonados, en forma de cuello o campana) que rematan la parte superior de las fachadas fueron pensados en principio para ocultar los tejados, aunque respetando en la diversidad un cierto estilo típicamente holandés. Hasta que el sistema de numeración vino a reemplazarla, la forma de identificar cada vivienda consistía en colocar una placa con escenas que representaran el oficio o la ocupación de sus habitantes. Algunas todavía están en su lugar, otras fueron rescatadas y expuestas en los jardines del Rijkmuseum. 





Los comerciantes más adinerados no construían sencillas y estrechas casas de canal, sino las llamadas "casas dobles", mansiones con fachadas más anchas, interiores deslumbrantes y bellos jardines. Algunas de ellas fueron convertidas en prestigiosos hoteles o en museos (como el Willet-Holthuysen), permitiendo de esta forma descubrir cómo vivían los mercaderes más poderosos de aquellos tiempos.
Es totalmente recomendado, entonces, un paseo en barco por los canales de Ámsterdam. La ciudad presenta un aspecto diferente vista desde el agua...


jueves, 17 de marzo de 2016

SAN FRANCISCO. La ciudad de las calles empinadas.


San Francisco se encuentra sobre la costa de California a unas 400 millas al norte de Los Ángeles. Está situada sobre la ribera de una gran bahía protegido por las Montañas Costeras de California. La ciudad es famosa por sus calles empinadas con vistas panorámicas de la hermosa bahía de San Francisco y las montañas que la rodean. Tiene un clima muy moderado, con veranos cálidos e inviernos fríos, pero sin temperaturas extremas. Las brisas de la costa, procedentes del Océano Pacífico, hacen que los veranos no sean demasiado calurosos y detienen al mismo tiempo al clima helado de invierno. 




San Francisco fue construida por "los del cuarenta y nueve" con fiebre de oro.
Oakland y Berkley, California se encuentran justo cruzando la Bahía y pueden ser accedidos fácilmente por medio del puente Bay. El famoso puente Golden Gate o Portal Dorado cruza la angosta ensenada que se extiende desde el Océano Pacífico hacia la bahía. El puente Golden Gate conecta San Francisco con la Península montañosa llamada Marin, especialmente famosa por sus bellos paisajes y sus mansiones con hermosas vistas. Sausalito, una pequeña villa sobre la costa de la bahía de Marin es conocida como una comunidad de artistas locales. La Isla de Alcatraz, con su prisión abandonada, está situada en el medio de la bahía de San Francisco. La ciudad de San José se encuentra 30 millas al sur de San Francisco, en el extremo sur de esta gran bahía. La zona de San José y Santa Clara es llamada el "Valle del Silicio", porque ahí se encuentra la mayor concentración de empresas de la industria electrónica y de la computación de todo Estados Unidos.




San Francisco fue fundada en 1776, cuando el padre Junipero Serra construyó la misión San Dolores para cristianizar a la población Indígena nativa de la zona. Al mismo tiempo, tropas españolas construyeron un Presidio o fuerte para proteger esta colonia en nombre de la Reina de España. Hacia mediados del siglo XIX, la villa Yerba Buena, consistente de balleneros, comerciantes, aventureros y piratas, ocupaba el sitio actual de la ciudad de San Francisco. En 1848 se descubrió oro en las colinas de las Montañas de Sierra Nevada, unas 100 millas al este. Para 1849, San Francisco estaba repleta de "los del cuarenta y nueve", como se les decía a los buscadores de oro, y la población de la ciudad explotó. Desde entonces, ha seguido siendo un centro para el comercio, el entretenimiento, la cultura y el turismo del norte de California.



Coches tirados por cable se pasean por calles empinadas con vistas de una bahía de aguas turquesas.
San Francisco es uno de los destinos para vacaciones más preferidos de todo Estados Unidos. Sus empinadas calles bordeadas por casas de la era victoriana, una enorme bahía de aguas turquesas rodeada por montañas bajas y antiguos coches tirados por cable que aún hoy transportan pasajeros, subiendo y bajando las colinas de la ciudad, todo esto hace que San Francisco sea una de las ciudades más pintorescas de los Estados Unidos.
La ciudad ha desarrollado una personalidad propia gracias a la mezcla de diversas culturas, como los Indios Nativo Americanos, los colonizadores españoles, los aventureros en busca de oro y los numerosos inmigrantes europeos, africanos y asiáticos. Esto se ve reflejado en las fantásticas comidas que encontrará en los numerosos y fabulosos restaurantes de la ciudad.
Entre las numerosas atracciones de San Francisco están los barrios de distintos grupos étnicos como Chinatown y JapanTown, con sus tradicionales comercios y restaurantes. Cada una de estas comunidades hospeda un importante número de inmigrantes asiáticos y tiene un carácter particularmente oriental. La Playa Norte es conocida como el barrio italiano, el Distrito Misión por su comunidad hispánica y la Calle Castro por su población de gays y lesbianas.






viernes, 11 de marzo de 2016

ZHOUZHUANG. Uno de los muchos pueblos de agua de Jiangnan.


Algunas de las villas y de los pueblos más hermosos de todo el país se encuentran en Jiangnan, la zona al sur de la cuenca baja del río Yangtzé. Aquí proliferan aldeas del agua como Zhouzhuang, Tongli, Wuzhen, Nanxun...



El bullicio de las casas de té, las góndolas que surcan los canales, las antiguas mansiones de los comerciantes. Zhouzhuang es una de las joyas de la arquitectura imperial china y uno de esos rincones capaces de enamorar al viajero. Ochenta kilómetros al oeste de Shanghai, esta aldea es uno de los ejemplos más interesantes de los llamados «pueblos de agua de Jiangnan», que se caracterizan por los omnipresentes canales utilizados antiguamente como rutas comerciales.
Aún hoy, la vida de Zhouzhuang gira alrededor de las vías navegables. Los viajeros observan la ciudad a ras de agua desde unas pequeñas embarcaciones a remo. Los lugareños lavan la ropa, los platos e incluso se dan un chapuzón cuando el tiempo acompaña. Paralelas a los canales, discurren las estrechas calles empedradas, atravesadas de tanto en tanto por puentes cortos y redondeados.



Zhouzhuang fue hace siglos un importante centro para la compraventa de arroz, seda, cerámica y artesanías. Las mercancías circulaban a través del Gran Canal, el río artificial más largo del mundo –cerca de 1.800 kilómetros-, que conecta el centro con el norte de China. Al amparo de estos negocios, florecieron importantes familias de comerciantes, que erigieron templos budistas y caserones inspirados en los principios del feng shui, que aún se pueden visitar hoy día.




Aldeas del Agua
Algunas de las villas y de los pueblos más hermosos de todo el país se encuentran en Jiangnan, la zona al sur de la cuenca baja del río Yangtzé, que fue la región más próspera del Imperio prácticamente desde la dinastía Song (960-1279). Entre las primeras, destacan Hangzhou y Suzhou –la Venecia de Oriente-, que los propios chinos consideran sus ciudades más bellas. Entre los segundos, además de Zhouzhuang, están el resto de las aldeas del agua: Tongli, Wuzhen, Nanxun, Luzhi, Xitang...
Todos estos pueblos son relativamente parecidos: los canales de agua marcan unas vistas en las que predomina la arquitectura tradicional de las dinastías Ming (1368–1644) y Qing (1644-1911). Sin embargo, sí hay diferencias en la forma en que cada aldea ha desarrollado la industria turística, de la que vive la inmensa mayoría de los lugareños. Zhouzhuang es tal vez la población más elegante. Tongli está más comercializado y adornado artificialmente. Xitang es popular entre los jóvenes por sus numerosos karaokes.




La cercanía a Shanghai y los excelentes medios de transporte convierten a esta zona en una de las más apropiadas para emprender una escapada rural en la ruta turística habitual de dos o tres semanas por China. Eso sí, los pueblos también cotizan alto en las preferencias de los viajeros locales, por lo que conviene evitar los fines de semana, cuando hay más gente. También es aconsejable hacer noche en alguna de las aldeas, pues el alba y el atardecer suelen ser los momentos más tranquilos.