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viernes, 12 de junio de 2015

GUILIN y EL RIO LI. El laberinto cárstico


La ciudad de Guilin, cuyo nombre significa bosque de laureles en chino, es el centro y punto de partida para la exploración de una de las regiones más fascinantes de China, el laberinto de montañas cársticas por el que discurren ríos de aguas cristalinas cuyos impresionantes paisajes dieron lugar a proverbios y leyendas. Entre los primeros, el ya famoso dicho “Guilin cuenta con el primer paisaje bajo el cielo”; entre los segundos, se podría recopilar una enciclopedia que intenta proporcionar una razón para cada una de las extrañas formas que la naturaleza ha creado a lo largo de millones de años, pues las maravillas de Guilin son el resultado del lentísimo crisol en el que la naturaleza da vida a sus más apreciadas creaciones. Los geólogos dicen que toda esa zona formaba parte de un inmenso océano hace 300 millones de años y que, por los movimientos de las masas continentales, emergió primero de las profundidades del océano para, mediante el suave cincel erosivo del viento y la lluvia, transformarse en picos de formas caprichosas horadados por multitud de cuevas, sobre los que un sinfín de variedades de plantas exóticas se aferran a la vida. Entre ellos, un laberinto de corrientes de agua y los verdes parches de los campos de arroz.





Recorriendo ríos, montañas y arrozales
Aunque Guilin se considera el punto de partida para visitar el paisaje alrededor del río Li –de hecho, la mayoría de los visitantes eligen el cómodo paseo en barco entre el embarcadero de Zhujiang y el puerto de Yangshuo para completar su recorrido–, en realidad es sólo parte del extremo septentrional de un paisaje que se extiende a lo largo de cientos de kilómetros cuadrados, abarcando gran parte de la sección nororiental de la provincia de Guangxi hasta la vecina provincia de Guangdong. Es por ello que Guilin sigue siendo como un gigantesco imán que atrae por igual a los turistas organizados –los que completan su visita con el recorrido por el río Li y alguna excursión entre los arrozales y los ríos pequeños– y a los viajeros menos apresurados que, desde su base en la aldea de Yangshuo, recorren de forma sistemática en bicicleta, a pie, en barco o en moto un paisaje que les depara continuas sorpresas y emociones.




Naturaleza y cultura
Los paisajes naturales más famosos de Guilin se encuentran en las cercanías del río Li. Se trata de montañas de forma caprichosa, reunidas en combinaciones siempre cambiantes entre las curvas del río cristalino, que no siempre se pueden disfrutar desde la comodidad del propio barco, haciéndose necesaria la escalada (a ser posible al amanecer) sobre alguno de los picos más bellos, la subida en telesilla a la montaña Yaoshan para observar la grandiosidad de este paisaje desde uno de los picos más altos o la excursión al río Yulong para disfrutar de la más original de las panorámicas, donde las aguas de este río desafían a la imaginación creando imágenes que se pensaría reservadas a la inspiración de los artistas.
Ese río y esas montañas que antaño despertaron la imaginación de los artistas, y hoy la de los turistas, forman parte a su vez de una de las más antiguas e importantes rutas comerciales del sur de China: la que desde el puerto de Cantón comunicaba con Guilin, y más al norte, gracias al canal Linqu excavado hace dos mil años, con la cuenca del río Yangtze y el centro de China. De tal forma que, mientras en importantes secciones de la provincia de Guangxi las tribus aborígenes vivían –a veces hasta las vísperas de la Revolución Comunista– ajenas a la cultura china, en la cuenca del río Li surgían importantes asentamientos humanos, algunos de ellos cuidadosamente preservados hasta el presente. Así, el impresionante paisaje natural se combina en algunos puntos con el entramado cultural, multiplicando su interés. Como en la pequeña aldea de Daxu, uno de los más importantes mercados de esos tiempos en que las mercancías se movían por el río y en cuyo barrio ribereño el tiempo parece haberse detenido; o las magníficas mansiones que a veces destacan entre la monótona pobreza de las aldeas campesinas, algunas conservando todavía parte de su estructura tradicional, así como la parafernalia que las identificaba como cuna de importantes funcionarios; y, también, las poco visitadas aldeas de Fuli o Huangyao, donde hasta la fecha se ha evitado la llegada del turismo masivo.



Sede de la cultura china
Estas condiciones naturales y culturales, que en los tiempos clásicos atrajeron una cohorte de poetas y pintores, han hecho converger hoy en las cercanías de Yangshuo un buen número de instituciones que ofrecen a los interesados una inmersión más profunda en diferentes aspectos de la vida y cultura chinas. Así, es común que algunos (muchos de ellos turistas que prolongan su estancia) se instalen allí por largas temporadas para estudiar el idioma, practicar el taichi y otras artes marciales o estudiar las tradiciones ancestrales de los pueblos de las montañas.




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