La plaza central de Marrakech es un verdadero muestrario de la vida y cultura marroquíes, y fue por eso declarada Patrimonio Oral de la Humanidad.
Verdadero "corazón" de la ciudad de Marrakech, la plaza Djemma el Fna ocupa un amplio espacio en el centro de la medina.
No se sabe exactamente cuál es el origen de
su nombre. En árabe significa "Plaza de la muerte", lo cual haría
referencia a las ejecuciones de infieles y delincuentes que tenían lugar en
esta plaza en otros tiempos; por otra parte la palabra djemaa también
quiere decir mezquita y en este caso podría relacionarse con la
explanada de una antigua mezquita almorávide que se encontraba en las cercanías
y que fue destruida.
Muchas plazas del mundo son famosas por la
belleza o importancia de los edificios que las rodean; pues este no es el caso.
Sin estar rodeada de edificios remarcables podría sorprender que este gran
espacio poligonal suscite tanto interés en los turistas de todo el mundo. Es
que el gran atractivo de esta plaza es la gente y sus costumbres, el ir y venir
de los marroquíes que según el momento del día la vacían o la llenan.
A la mañana y hasta comienzos de la tarde
se adueñan del espacio los personajes más insólitos: encantadores de serpientes,
adivinadoras de la suerte protegiéndose bajo sus sombrillas, arrancadores de
dientes, mujeres tatuando con henna y artistas callejeros: danzas
tradicionales, músicos populares, narradores de cuentos rodeados por atentos
oyentes...
En otro sector, sanadores, predicadores y
otros charlatanes prometen curaciones milagrosas hasta para la infertilidad y
la impotencia utilizando raíces misteriosas, huevos de avestruz, incienso y
versículos del Corán. Los vendedores de jugos de naranja aprovechan de la abundancia
de esta fruta en la región para hacer su negocio, mientras que otros lucen los
atuendos típicos de los antiguos vendedores de agua, aunque a menudo no tienen
una gota y sólo intentan cobrar por alguna foto a los turistas.
A los ojos occidentales este muestrario
vivo de tradiciones y costumbres provocan a un tiempo asombro y curiosidad, y
claro, es lógico querer fotografiar todo... pero hay que saber que Marrakech
vive del turismo y es mejor estar prevenidos, pactar precios de antemano,
incluso para tomar una simple foto, y evitarse malos momentos.
La animación continúa más allá de la plaza, hacia el norte, por donde se accede directamente al zoco de Marrakech, el más grande del Maghreb.
Llegando la noche la plaza se anima aún más
con la llegada ruidosa de incontables carros ambulantes que invaden el espacio,
proponiendo comidas típicas llenas de sabor y color: couscous caliente, cabezas
de cordero asadas, ensaladas, buñuelos... todo listo para degustar en mesas
dispuestas ahí mismo. Avanzada la noche, la atmósfera está totalmente invadida
por el humo de las parrilladas y la gente llega hasta la plaza como atraída por
un gran imán.
Una vez superados la
sorpresa y el asombro que provoca toda esta multitud bulliciosa, es una buena
idea refugiarse en uno de los tantos cafés-restaurantes que rodean la plaza,
entre ellos el Café de Francia y el Café Argana, los más
populares. Sus terrazas ofrecen un lugar privilegiado para tomar distancia de
la multitud y observar todo el movimiento, todo el dinamismo de este verdadero
espectáculo a cielo abierto, clasificado como Patrimonio Oral de la
Humanidad por la UNESCO en el año 2001.
GALERÍA DE IMÁGENES
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